En el ayuntamiento de Lobios, la ladera de una montaña de la
Sierra del Xurés a cuyas faldas están las poblaciones de Vilameá y Bubaces
(entre otras), y la antigua calzada romana que iba desde Braga a Astorga
(denominada Vía Nova), sirve de bello escenario para la ermita de Nuestra
Señora del Xurés.
Según se cuenta, una aparición mariana sobre una peneda (peña) en este lugar fue la que dio origen al santuario. La Virgen habría solicitado a algunos vecinos que construyeran allí un templo, y ellos habrían empezado a hacerlo sin avisar previamente al obispo de Ourense.
En 1454, estas noticias llegaron a los oídos del prelado auriense, Fray Pedro de Silva, el cual ordenó que se llevase a cabo una investigación sobre los hechos. Tras las pesquisas, el obispo dio su visto bueno a la continuación de las obras y dictaminó que las limosnas que recibiese el nuevo templo deberían dividirse en tres partes: una para las reliquias de Santa Eufemia, que habrían aparecido en Manín, cerca de éste santuario. Otra para la fábrica, es decir, destinada a gastos relativos a su construcción y mantenimiento. Y otra para el ermitaño que se haría cargo de él.
El templo consta de varias partes, la iglesia parece ser la
más antigua, aunque con modificaciones, tiene una sola nave cubierta a dos
aguas. En ella solo destaca una espadaña con dos campanas, rematada con una
cruz; en uno de sus laterales llaman la atención dos enormes bolos graníticos,
entre otros que hay en sus cercanías, que la ponen en comunión con la
naturaleza y recuerdan el milagro de su fundación. En el siglo XVIII se
construyó el “camarín” de planta rectangular en la parte trasera de la iglesia,
cuyas dimensiones supera. La parte más antigua solo recibe luz de la puerta
principal y otra pequeña a un lado, mientras el “camarín” tiene nueve ventanas
molduradas (cuatro a cada lado más una en la pared posterior, aunque esta
última fue cegada posteriormente) y una especie de rosetón; además está
decorado con pilastras en las aristas de las paredes y coronado con varios pináculos.
Por último se construyó un altar cubierto en la parte posterior, para oficiar al aire libre. A un lado de la ermita hay un bonito crucero. En sus inmediaciones, un robledal da sombra a los romeros que cada 15 de agosto suben en procesión desde la capilla de Santa Lucía, por un camino reformado gratuitamente por casi un millar vecinos a mediados del siglo XIX, según dejó anotado el párroco de entonces. Además también se pueden refrescar con las aguas que brotan de dos fuentes.
Su origen guarda similitud con el santuario de Nosa Señora
da Peneda, situado en la parte portuguesa de la Reserva de la Biosfera
Transfronteriza Gerês – Xurés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario