A Paicega: un poblado de Pesoz en ruinas encaramado al embalse
de Salime con vistas idílicas de la presa.
La de A Paicega, una de las tantas de este pueblo abandonado de
Pesoz, aunque de las pocas con el marco completo, ganaría el título de
ventana más bonita del mundo si se disputase. Nunca una ventana
abandonada y con los cristales rotos soñó con ser la ventana más
bonita del mundo.
A Paicega nació y murió con una obra mastodóntica, la del embalse de
Salime. Fue el momento de mayor esplendor del concejo en el que se
asientan sus ruinas: Pesoz.
Hay peleas por alzarse con el título de «Banco más bonito del
mundo». En A Coruña se adelantaron al bautizar así el banco sobre
los acantilados de Loiba. Por su parte, también en Llanes consideran
así al banco del paseo de San Pedro. Otros muchos repartidos por
toda España y, por supuesto, por todo el mundo. Sin embargo, no
conozco ninguna ventana pública con unas vistas tan espectaculares
como algunas de las de A Paicega y, especialmente, la de cristales
rotos tras el
mirador más espectacular de Pesoz.
Pesoz, uno de los concejos más desconocidos de
Asturias
Pesoz es uno de los municipios más pequeños de Asturias y el
penúltimo en población, toda ella muy envejecida. Forma parte de la
Asturias silícea, la occidental, frente a la calcárea centro-oriental.
También puede hablarse de la Asturias del vino y la Asturias de la
sidra, que algo tiene que ver obviamente con el suelo en el que crecen
mejor las vides o los manzanos.
De ese roquedo diferente emana también la piedra característica de
estos pueblos, de bloques oscuros para las paredes y negros tejados
de lascas de piedra
engarzados como escamas de pez.
Además del turismo rural, tranquilo, verde y estacional, lejos de los
duros inviernos de la cuenca alta del río Navia, Pesoz vive del vino y
de otros productos agrícola-ganaderos. La capital tiene un único
restaurante y un par de calles principales que coinciden con las
carreteras regionales que la atraviesan: la AS-12, que sigue el curso
del Navia y continúa subiendo hasta Grandas de Salime; y la AS-13,
que nace en el mismo Pesoz, o Pezós por su toponimia tradicional
recuperada, y que se adentra en la comarca de los Oscos.
Si todo el suroccidente es en su conjunto la zona más remota y aislada
de Asturias, Pesoz, por su pequeñez, figura entre los concejos menos
conocidos y visitados por los propios asturianos. Es curioso pensar
que A Paicega, el poblado en ruinas, tuvo en su día muchísima más
población e importancia de la que hoy tiene todo Pezós.
A Paicega,
una historia embalsada
A Paicega se construyó para una construcción. Y la puesta en marcha
de esta provocó su abandono y muerte. Fue uno de los cuatro
poblados que se levantaron de urgencia para albergar a los obreros
que iban a participar de la obra faraónica del embalse
de Salime.
Se estiman en 3.500 los trabajadores que arribaron al área de
Pesoz-Grandas-Allande para erigir «el Salto», la presa más alta
construida hasta entonces en España y la segunda de Europa. Corría
la mitad del siglo XX, y muchos de ellos llegaron de
Andalucía.
Unos 300 perdieron la vida durante el grueso de la construcción, que
se prolongó entre 1948 y 1953, con dos años de trabajos previos y la
inauguración en 1955. Las duras condiciones de trabajo, a esas alturas
y encaramados en andamios de madera sujetos con sogas de cáñamo,
son fáciles de imaginar.
A Paicega, hoy cuatro paredes en pie, una iglesia y un mirador de
nuevo cuño para aprovechar las sobrecogedoras vistas sobre el
embalse, fue una población pujante en aquellos años, que contó hasta
con policía propia.
El fin de las obras, la puesta en marcha de la mayor presa de España
, con 132 metros de altura desde cimiento y previa de las que hoy
copan el ranking, en el curso extremeño del Tajo, supuso el abandono
fulminante de A Paicega.
Hoy, todo Pesoz, con 146 habitantes, tiene 15 veces población de su
pico histórico de 1950, cuando, gracias a la pujanza de A Paicega,
superó los 2.100.
El mirador
de A Paicega
Hay muchos rincones en A Paicega desde los que conseguir unas
impresionantes vistas del embalse, tanto puertas como ventanas, la
mayoría de ellas sin el dintel, al
haberse derruido las techumbres.
Mi marco favorito es la ventana reticulada, completa pero de cristales
rotos, tras el mirador. Pero será por puertas y ventanas que
enmarcan de forma natural el
embalse y el verdor que lo rodea.
El mirador, construcción nueva pero no invasiva en sus colores y
estructuras, forma parte del acondicionamiento reciente de la zona.
De hecho, se han mejorado los accesos y los alredodores de la iglesia,
cuya entrada estuvo completamente
comida por la maleza.
No obstante, los arreglos no han llegado a todas las construcciones,
pues tanto los interiores de las viviendas como los paseos entre las
diferentes construcciones están cubiertos de maleza. Hay paredes en
pie de los doce pabellones que albergaron, cada uno, a tres familias.
Todos ellos construidos con mampostería y ladrillo, que sobresale en
las jambas de algunos vanos.
También se encuentran inaccesibles las reminiscencias del teleférico:
sí, para transportar los materiales para la construcción de la presa no
se podía confiar en la tortuosa AS-12, poco apta para camiones. Así,
se construyó un teleférico de 40 kilómetros que llevaba los
materiales desde El Espín, en Coaña, hasta A Paicega y contaba con
4 paradas.
La iglesia
escandinava de A Paicega
Consagrada en 1948 a la Virgen de la Luz, la iglesia de A Paicega es el
elemento mejor conservado del antiguo poblado. Fue obra del
arquitecto asturiano Joaquín Vaquero Turcios, aunque su fisionomía
nos recuerda a una iglesia escandinava. El color oscuro de los
materiales autóctonos y el tejado empinadísimo a dos aguas las
asimilan.
En un lateral, cuenta con una suerte de nártex con vanos de arco de
medio punto, como ojos guiñados, no del todo abiertos, para proteger
el patio de las crudezas del
invierno en estas latitudes y altitudes.
El tejado se sostiene sobre estructura de madera, que presenta
algunas grietas. Aunque se mantiene en pie, la iglesia precisa sin duda
una restauración. La puerta de acceso, a través de sencilla escalinata
y puerta de triple arco de medio punto, desapareció. Pero, al menos,
hoy se ha tapiado con ladrillo y cuenta con una puerta, más pequeña y
metálica.
Entre los planes de la candidatura de Pesoz a Pueblo Ejemplar de
Asturias figura la
inversión en una completa puesta a punto.
La iglesia, como en todo pueblo franquista, se constituyó en el centro
cultural y de encuentro de las familias. En centro de control, también.
De ahí que, prácticamente antes de que llegara la gente, la iglesia ya
estaba en pie y
consagrada.
Desde la trasera de la iglesia hay unas bonitas vistas hacia un pequeño
tramo del Navia.
El banco más
bonito… de Pesoz
A A Paicega se puede llegar andando desde la capital del concejo,
Pezós/Pesoz, o en coche. Teniendo en cuenta que la ascensión se
realiza por una buena carretera asfaltada hasta Sanzo, la opción del
senderismo se dejaría, en todo caso, para el último tramo, de Sanzo a
A Paicega.
No obstante, la pista que llega hasta el poblado se encuentra en muy
buen estado, perfectamente transitable para el coche y con lugar para
aparcar sin problema al llegar. El camino discurre a ratos entre
hermosos túneles de árboles que
enmarcan la senda.
Poco antes, un banco, igual a otro instalado en A Paicega, nos
recuerda, por el símil con la ventana, las peleas por el mejor banco del
mundo. No, no lo es. Ni siquiera tiene mucha lógica que esté de
espaldas a las vistas al valle y las montañas plagadas de castaños y
otros bosques autóctonos. Pero la paz del lugar, el aire limpio, y
suponer el reposo de quienes suben a pie, bien lo hace ser, al menos,
el banco más bonito de Pesoz.
En el pueblo de Pesoz se celebra la Fiesta de la Vendimia, con
degustaciòn de vinos de la zona, incluida en la denomicaciòn de Vinos
de Cangas.